Foto de archivo: APG

El calvario de Marco Aramayo: el hombre que murió por sostener su verdad

Lo esencial: Marco Antonio Aramayo, exdirector del Fondo Indígena que denunció un entramado de corrupción en 2013, murió a los 54 años el 19 de abril de 2022, tras siete años de prisión preventiva, 256 procesos penales y torturas documentadas. 

  • Su frase: “Prefiero mil veces morir defendiendo lo legal a seguir viviendo y que mis hijos piensen que he sido corrupto” marcó su resistencia hasta el final.

Por qué importa: El caso Aramayo expone el colapso institucional boliviano donde denunciar corrupción significó una persecución extrema. 

  • Su muerte se convirtió en símbolo de cómo el sistema castiga a quienes eligen la verdad sobre la complicidad, dejando la advertencia de su entonces abogado, Héctor Castellón: “O eres corrupto o te callas, porque si denuncias te vas a morir en la cárcel”.

El inicio de la persecución: 

  • Aramayo asumió la dirección del Fondioc el 4 de septiembre de 2013 con el compromiso de “transparentar la gestión”. 
  • Desde el primer día pidió informes, revisó proyectos y descubrió irregularidades que comprometían a dirigentes y autoridades con mucho poder durante los gobiernos del MAS.
  • Denunció públicamente la existencia de un “aparato grande de mafia”.
  • El 3 de marzo de 2015, tras acudir voluntariamente a declarar, fue detenido.
  • Pasó de ser denunciante a convertirse en “el enemigo a destruir”.

La maquinaria de castigo: En lugar de protegerlo como testigo clave, el sistema lo convirtió en la mayor víctima del caso con una persecución judicial sin precedentes.

  • 256 procesos penales radicados en casi todo el país.
  • Más de 50 traslados entre cárceles.
  • Rechazo sistemático a unificar causas.
  • Ofertas insistentes para declararse culpable a cambio de libertad.
  • Notificaciones judiciales que continuaron llegando incluso después de su muerte.
  • En 2024 se abrieron nuevas denuncias contra su nombre.

Las torturas documentadas: El Instituto de Terapia e Investigación sobre las secuelas de la Tortura y la Violencia de Estado (ITEI) documentó 194 hechos de tortura durante sus siete años de detención preventiva.

  • Golpes y agresiones físicas sistemáticas.
  • Uso de químicos.
  • Aislamiento prolongado.
  • Privación de agua y alimentos.
  • Negación de atención médica.
  • Humillaciones sexuales y vejámenes.

Qué dicen: Las declaraciones revelan la magnitud del sufrimiento y las irregularidades del caso.

  • Aramayo en 2016: “Fui secuestrado… con el único objetivo de que yo no denuncie estas injusticias inhumanas”.
  • Héctor Castellón (entonces su abogado): “O eres corrupto o te callas, porque si denuncias te vas a morir en la cárcel”.
  • Joel Lara (actual abogado familiar): Cuestionó que la Fiscalía haya solicitado solo tres meses de detención preventiva para el expresidente Luis Arce, “un plazo irrisorio para un caso de esta magnitud”.

El contexto del desfalco: Aramayo fue sucesor de Elvira Parra en el Fondo y se convirtió en el principal denunciante del desfalco. 

  • Nunca aceptó admitir una culpa ajena ni permitir que se utilizara su nombre para encubrir a otros.
  • Se negó siempre a un juicio abreviado, convencido de su inocencia.
  • Otras víctimas como Elvira Parra o Epifanio Pacheco vivieron destinos similares: ruina, enfermedad, muerte.

Las revelaciones pendientes: El abogado Joel Lara busca entregar documentación crucial directamente al presidente Rodrigo Paz y al vicepresidente Edmand Lara.

  • Pruebas de las torturas y los más de 50 traslados carcelarios.
  • Documentación inédita sobre el caso.
  • Tres libros escritos por Aramayo donde describe el “cuoteo interno” del Fondo Indígena.

La muerte anunciada: La tragedia culminó con un deterioro progresivo: primero un colapso, luego un paro cardiorrespiratorio, finalmente un coma irreversible. 

  • Murió por una falla multiorgánica agravada por años de negligencia deliberada. 
  • Su muerte conmocionó al país porque todos sabían que había sido empujado hacia ese final.

El legado: La herencia de Aramayo es luminosa y dolorosa: la de un ciudadano que defendió la verdad sin doblegarse y recordó al país que la integridad tiene un precio, pero también una fuerza que trasciende la muerte. 

  • Su familia, especialmente su hijo Cayetano, asumió la defensa de su memoria y busca llevar el caso a instancias internacionales.
  • Denunció no solo un desfalco sino una manera de ejercer el poder, permaneciendo como una herida abierta y un llamado urgente a construir un sistema donde decir la verdad no signifique arriesgarlo todo.

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