Hola de coca peligrosa
Ilustración: El Post
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La OMS ratifica a la hoja de coca como sustancia peligrosa

El Post

Lo esencial: La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó mantener la hoja de coca en la Lista I de la Convención Única de Estupefacientes de 1961, la categoría más restrictiva donde figura junto a drogas como la heroína y el fentanilo.

Por qué importa: La decisión representa un revés diplomático para Bolivia y Colombia, que defendieron el valor cultural, ritual y económico de la planta sagrada para los pueblos andinos. 

  • La clasificación dificulta la investigación científica sobre sus propiedades medicinales y limita el desarrollo económico de más de 150 productos derivados que existen en Sudamérica.

El argumento de la OMS: El organismo basó su recomendación en un argumento central: la hoja es la materia prima indispensable para producir cocaína.

  • Su convertibilidad constituye un riesgo para la salud pública y el control del narcotráfico.
  • El contexto está marcado por un aumento récord en la producción mundial de cocaína.
  • Para el organismo, esa relación es suficiente para mantener el estatus actual.

La posición andina: Bolivia, donde la coca está protegida por la Constitución, impulsó la iniciativa con respaldo de Colombia.

  • Argumentaron que la planta en su estado natural no causa daños comprobados.
  • Durante su gestión, el exvicepresidente David Choquehuanca afirmaba que la coca “protege la identidad de los pueblos ancestrales andino-amazónicos”.
  • Las delegaciones defendieron que no existe evidencia científica sólida que justifique mantenerla en la categoría más severa.

Las barreras científicas: Expertos como Luis Felipe Cruz advierten que la clasificación como sustancia peligrosa dificulta la investigación, al exigir permisos y protocolos equivalentes a los de drogas altamente adictivas. 

  • Según estudios citados, la planta tiene potencial en áreas como regulación de presión arterial, acción antioxidante, reducción de inflamación y propiedades anti cancerígenas o antidiabéticas.

La visión crítica: Para el analista Manfredo Kempff Suárez, la separación entre coca y cocaína es más discursiva que real.

  • Sostiene que fuera del consumo tradicional, el principal destino de los excedentes es la producción de droga.
  • Considera “incomprensible” cualquier intento de desestigmatizar la planta sin abordar la expansión del narcotráfico.
  • Afirma que el país se ha convertido en “un paraíso para quienes ganan dinero a su costa y un cementerio para quienes se disputan sus rutas”.

Contexto histórico: El estatus actual se remonta a la misión que Naciones Unidas envió a Perú y Bolivia en 1948. El médico Pablo Osvaldo Wolff escribió en 1949 que el “coquero” era apático, abúlico y moralmente “anestesiado”. 

  • El jefe de la misión, Henry B. Fonda, llegó a atribuir a la masticación una supuesta “degeneración racial”.

Entre líneas: Para organizaciones como Dejusticia, la decisión de la OMS confirma la resistencia del sistema global de drogas a incorporar nueva evidencia científica. 

  • Su investigadora Isabel Pereira considera que este marco “permanece impermeable a los datos” y mantiene criterios heredados de otra época, construidos sobre cimientos considerados anticientíficos.

La conclusión: El debate permanece sin resolución clara entre quienes defienden el carácter cultural de la hoja y su potencial productivo, y un sistema internacional que continúa viéndola a través del prisma del control del narcotráfico, dividido entre la identidad y el control.

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